sábado, 20 de marzo de 2010

La Mujer En Roma

LA SITUACIÓN DE LA MUJER EN ROMA



La esposa romana tenía más libertad que la esposa ateniense clásica y mucha más que durante épocas posteriores. Las sociedades entonces eran patriarcales, es decir, su base política, económica y militar era masculina, el hombre era el que aseguraba el sustento de la familia y de la sociedad entera con su trabajo y el que la defendía con las armas en caso de guerra, por lo que su papel era preponderante. Con sociedades inmersas en continuos conflictos bélicos, el papel del hombre dominaba, la sociedad quería hijos para cultivar las tierras y luchar contra sus enemigos y la mujer tenía un papel secundario.





Entre las familias aristocráticas romanas solían concertarse matrimonios de conveniencia. Toda la vida romana estaba reglamentada por contratos, la religión romana se basaba en contratos entre los dioses y los hombres, para que se celebrara un matrimonio era necesario contar con el permiso de los padres de ambos contrayentes, los matrimonios entre hermanos se consideraban crimen de incesto, bajo determinadas circunstancias los primos podían casarse. El matrimonio podía ser concertado cuando ella cumpliera 12 años y él 14, aunque para la boda formal se esperara a que ella pudiera desarrollar una vida sexual plena. Este compromiso, podía ser roto por cualquiera de las dos partes sin compensaciones. Durante la ceremonia del compromiso, nuestra actual "pedida de mano", el novio regalaba a la novia un anillo de compromiso y otros regalos tanto del novio como de los familiares y amigos. Puesto que normalmente el hombre aportaba al matrimonio casa y medio de subsistencia con su trabajo, la mujer aportaba una dote en dinero o bienes como tierras, joyas o propiedades pagada al marido por el padre de la novia. El mes propicio para las bodas romanas era el mes de junio, dedicado al dios Juno, la comitiva del novio, familiares, amigos y clientes llegaba a casa de la novia y allí se celebraba la ceremonia. La novia debía vestirse de una manera tradicional, entonces, la novia unía su mano a la del novio en  presencia de testigos que daban fe del hecho en el registro, después se celebraba un sacrificio y después un banquete con música y baile; las bodas nuestras son una versión ligeramente actualizada de las romanas, y por supuesto, mucho más caras que entonces, claro. Tras el banquete, al anochecer, todos acompañaban en procesión a los recién casados a su nueva casa. Dos damas de honor, casadas por supuesto, la conducían a su nueva habitación y la preparaban mientras el marido soportaba con buena cara las bromas de sus amigos.



La señora ahora se ocupaba de su nueva casa, las pobres de lavar la ropa, limpiar, hacer la comida y las ricas de supervisar cómo hacían eso los esclavos. Pronto llegaban los hijos y ella debía ocuparse de las primeras etapas de su educación. Si el esposo se ausentaba su palabra era ley dentro de la casa tanto para esclavos como para clientes. La mujer romana tenia libertad para salir de su casa para hacer compras, visitar amigas, asistir a los espectáculos públicos, a las termas femeninas o a los templos. Mientras estuviera bajo el techo de su padre la mujer le debía a éste obediencia paternal y mientras estuviera bajo el de su marido le debía a éste obediencia conyugal.


En la historia de Roma hubo un gran número de mujeres excepcionales, número superior al que encontramos en otras culturas. El hombre era el que mantenía la casa y además gobernaba el estado y lo defendía con las armas, lo que le ocupaba casi todo su tiempo, dejando a la mujer romana como dueña de la casa, dueña del hogar. Como en Grecia, la mujer no participaba en la política, pero a diferencia de las griegas, las romanas supieron encontrar la manera de influir poderosamente en los acontecimientos políticos.

En un principio la mujer se hallaba bajo la autoridad casi completa del marido, pero la realidad fue imponiéndose y la situación llegó a equilibrarse durante el último siglo de la República. El divorcio estaba regulado legalmente, todos los matrimonios podían disolverse con el mero acuerdo de ambas partes sin más, pero había dos pequeños inconvenientes que disuadían tanto a él como a ella de dar ese paso, y era que al divorciarse él debía devolver íntegra la dote aportada por la esposa y ella perdía la tutela de los hijos, así, los sufridos romanos preferían en muchos casos no divorciarse, de ahí la mala fama que tiene el matrimonio romano, ya que llegados a esa situación lo normal es que ambos cónyuges hicieran vida "por libre", aunque eso sí, en las cenas de gala los dos esposos sonrientes cogidos de la mano atendiendo a los invitados... o sea, exactamente igual que ahora pasa en las mejores familias. Bien se ve que la herencia de Roma es eterna.





El adulterio era un tema más serio ya que se consideraba no sólo deshonroso sino que era además un delito que podía llevar al destierro. De hecho Augusto tuvo que desterrar a su propia hija Julia por este motivo. En general el adulterio no se tomaba en cuenta si era consentido por el otro cónyuge y no se hacía público, cosa que ocurría en la mayoría de las ocasiones. Recordemos la famosa frase de Julio César al repudiar a su esposa a consecuencia del escándalo de la fiesta de la diosa Bona: "la mujer de César no sólo debe ser decente, también debe parecerlo".

Las mujeres en la sociedad romana no fueron dadas mucho al poder. Política y cambios eran el dominio de hombres.  La vida de las mujeres variaba enormemente sobre la base de su puesto en la sociedad. Las mujeres que vinieron desde el nivel adinerado de la sociedad tuvieron gran parte de su trabajo diario hecho por esclavos, gastaban gran parte de su día en planear su próximo espectáculo con sus amigos. Debido a que no había control de la natalidad en las épocas romanas, las mujeres estaban a menudo embarazadas. Los hombres dejaban la casa por la mañana para el trabajo hasta aproximadamente el mediodía, luego gastaban la tarde en relajarse en los baños o un evento de espectáculo público. Cuando un hombre regresaba a casa, esperaba encontrar su casa en completo orden.




Por otra parte, las mujeres tenían que lavar la ropa a mano semanalmente, luego de lavada la ropa, era colocada sobre arbustos o en el suelo para ser secada por el viento y el sol. Las mujeres ricas tenían esclavos para hacer todo lo trabajo, o bien llevaban la ropa a un tienda de lavado.

También limpiaban la casa con escobas de ramita y cepillos hechos de los pelos de animal. El fuego y el aceite para lámparas eran la responsabilidad de las mujeres además de suministrar combustible para el fuego en los meses fríos. Buscar comida y elementos esenciales en el mercado local, también era tarea diaria para la mujer romana. Además de estas responsabilidades, las mujeres estaban también a cargo de hilar y hacer ropa para la familia manualmente.



Muchas mujeres también trabajaron en áreas fuera de la casa. En el campo, los hombres estaban a cargo del trabajo en los campos y de las cosechas. Las mujeres fueron puestas a cargo de hacer queso, conservar en vinagre y lavar de lana. En las ciudades, mujeres trabajaron a menudo con sus maridos artesanos dirigiendo la tienda. Había un buen número de mujeres artistas, aunque el puesto no fue muy pensado para la sociedad romana. Incluso existen algunas pruebas de que algunas mujeres podrían haber sido gladiadores.

MAMÁ EN ROMA ANTIGUA

Muchas esposas tenían dificultades en el matrimonio, ya que estaban sujetas a la autoridad de la suegra.

Cuando una pareja tenía niños, especialmente el primer niño, la esposa ganaba un poco más de autoridad; pero todavía tenía que responder a la autoridad de la suegra.

Las mujeres tenían pocos derechos en el matrimonio. Un marido podía divorciarse de su esposa si no paria un niño varón o no pariá  un hijo.

Si había un divorcio, los niños se quedarían con el padre. Una mujer no podía divorciarse de su marido. Tenía pocos derechos de propiedad. "No podía heredar la propiedad de su marido en el caso de que muriese, ni podía dejar todo su dinero a sus niños" .




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